Relación de Aleida y "Che": revolución y familia
La relación entre Aleida y el Che comenzó a finales de 1958 cuando la Columna Ocho, que estaba bajo su mando, acababa de tomarse la ciudad de Fomento. Cuando estaba a punto de librar una batalla contra las fuerzas de Fulgencio Batista en Cabaiguán, sin importar el momento de tensión, el Che Guevara leyó un poema expresamente para Aleida, llamando su atención al instante. “Yo estaba de pie en la puerta de una fábrica de tabaco en las afueras del pueblo y, de repente, desde atrás, el Che apareció recitando unos versos que yo no conocía. Como en ese momento yo estaba hablando con otros compañeros, esa fue su forma de llamar mi atención. Quería que lo notara, no como líder o mi superior, sino como hombre. Era una de las maneras más hermosas que tenía para expresar sus sentimientos”, escribió March en sus memorias tituladas Evocación.
Existen testimonios sobre los días posteriores al primer encuentro del Che y Aleida. Alberto Castellanos, quien formaba parte de la custodia del Che, cuenta que, de regreso de una misión, se encontró con una hermosa muchacha, de la cual todos decían que era una combatiente revolucionaria muy valiente que luchaba desde la clandestinidad en la provincia de Las Villas. Castellanos, asegura que Guevara y March se enamoraron inmediatamente, contrariamente, Harry Villegas, también militar y encargado de la seguridad personal del
Che asegura que: "Ese amor no surgió superficialmente como algunos piensan, no fue que se vieron y se enamoraron enseguida, no fue amor platónico o a primera vista, sino que surgió con el desarrollo de la lucha". Sin embargo Pepe Aguilar, amigo de la infancia de Ernesto Guevara, quien mantuvo una estrecha relación con el Che hasta su muerte, percibía un clima hostil en la relación de la pareja: "Era difícil llevarse con ella, además era terriblemente celosa de todos los que habían sido cercanos al Che antes de conocerla".
Después de diversas batallas y campañas militares, tras la toma de la La Cabaña, complejo militar ubicado a la entrada de la bahía de La Habana, la relación del Che y Aleida se consumó, propiciando el divorcio de Guevara con su mujer Hilda Gadea en 1959. A partir de ese momento la vida de Aleida March cambió por completo, pasando de ser una combatiente revolucionaria a verse relegada a cuidar de sus hijos y rezar para que su marido volviera de sus largos viajes.
Aleida recuerda las largas separaciones como los momentos más dolorosos en su relación con el Che y como hacía lo que fuera, como disfrazarse, para encontrarse con él en Tanzania o Praga, aunque él se mostrara reacio a la idea. “No es verdad que no quiera verte ni que huyera (…) No creí bueno que vinieras porque podrían detectarte, se notaría nuevamente tu ausencia de Cuba, porque cuesta plata y porque me afloja las patas”
Años después, el Che Guevara seguía intentando expandir una campaña revolucionaria a lo largo de toda América Latina, siendo su primer objetivo Bolivia. Antes de partir, el Che vió por última vez a sus hijos disfrazado como su presunto tío Ramón, por el peligro que suponía que lo reconocieran. Este fue uno de los momentos más duros para la familia, ya que el Che ni siquiera pudo despedirse de sus hijos antes de marcharse a Bolivia.
El Che Guevara murió ejecutado en octubre de 1967, dejando un último poema para Aleida:
“Adiós, mi única, no tiembles ante el hambre de los lobos
ni en el frío estepario de la ausencia
del lado del corazón te llevo
y juntos seguiremos hasta que la ruta se esfume”.
Aleida March durante una campaña militar en Cuba, 1958 |
Existen testimonios sobre los días posteriores al primer encuentro del Che y Aleida. Alberto Castellanos, quien formaba parte de la custodia del Che, cuenta que, de regreso de una misión, se encontró con una hermosa muchacha, de la cual todos decían que era una combatiente revolucionaria muy valiente que luchaba desde la clandestinidad en la provincia de Las Villas. Castellanos, asegura que Guevara y March se enamoraron inmediatamente, contrariamente, Harry Villegas, también militar y encargado de la seguridad personal del
Che asegura que: "Ese amor no surgió superficialmente como algunos piensan, no fue que se vieron y se enamoraron enseguida, no fue amor platónico o a primera vista, sino que surgió con el desarrollo de la lucha". Sin embargo Pepe Aguilar, amigo de la infancia de Ernesto Guevara, quien mantuvo una estrecha relación con el Che hasta su muerte, percibía un clima hostil en la relación de la pareja: "Era difícil llevarse con ella, además era terriblemente celosa de todos los que habían sido cercanos al Che antes de conocerla".
Después de diversas batallas y campañas militares, tras la toma de la La Cabaña, complejo militar ubicado a la entrada de la bahía de La Habana, la relación del Che y Aleida se consumó, propiciando el divorcio de Guevara con su mujer Hilda Gadea en 1959. A partir de ese momento la vida de Aleida March cambió por completo, pasando de ser una combatiente revolucionaria a verse relegada a cuidar de sus hijos y rezar para que su marido volviera de sus largos viajes.
Aleida junto a su marido y sus hijos. |
Aleida recuerda las largas separaciones como los momentos más dolorosos en su relación con el Che y como hacía lo que fuera, como disfrazarse, para encontrarse con él en Tanzania o Praga, aunque él se mostrara reacio a la idea. “No es verdad que no quiera verte ni que huyera (…) No creí bueno que vinieras porque podrían detectarte, se notaría nuevamente tu ausencia de Cuba, porque cuesta plata y porque me afloja las patas”
Años después, el Che Guevara seguía intentando expandir una campaña revolucionaria a lo largo de toda América Latina, siendo su primer objetivo Bolivia. Antes de partir, el Che vió por última vez a sus hijos disfrazado como su presunto tío Ramón, por el peligro que suponía que lo reconocieran. Este fue uno de los momentos más duros para la familia, ya que el Che ni siquiera pudo despedirse de sus hijos antes de marcharse a Bolivia.
El Che Guevara murió ejecutado en octubre de 1967, dejando un último poema para Aleida:
“Adiós, mi única, no tiembles ante el hambre de los lobos
ni en el frío estepario de la ausencia
del lado del corazón te llevo
y juntos seguiremos hasta que la ruta se esfume”.
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